El peor amigo

Para serte sincero no tengo amigos. Ni los quiero. Sé por experiencia propia que las amistades son falsas y aunque una persona confíe en la otra siempre existe la posibilidad de que te claven un puñal por la espalda, o lo que es peor un puñal en las narices. Esta ley natural también aplica para las relaciones amorosas. Hazme caso.

Sí, lo admito. Yo también he tenido amigos y novias. Pero ya no. Ahora estoy solo con mi soledad… Mi mejor amigo se llamaba Jason. Nos conocimos en el colegio y desde ahí fuimos inseparables. Tanto así que incluso fuimos a la misma universidad a estudiar Comunicaciones. No sé si fue un error, pero ahí se pudrió nuestra amistad.

Jason era uno de esos tipos que le gusta estar encerrado, leyendo libros, jugando videojuegos, evitando a la gente… yo también lo era. Éramos muy parecidos. Nos gustaban las mismas cosas. Ese creo que fue el error de nuestra amistad. Si tienes o buscas amigos procura que sean distintos a ti.

El amor llegó muy tarde a nuestras vidas. Nunca antes habíamos lidiado con algo parecido. Por eso ninguno de los dos había tenido enamorada. Aunque, él me contó que sí tuvo, que era una gringa que conoció en un foro de internet y se escribían todos los días. Nunca le creí.

Nosotros no conocíamos lo que era estar realmente enamorado hasta que conocimos a Sara. Ella fue nuestra amiga de la universidad. La primera vez que la vimos fue en el curso de Derecho de la información. Recuerdo que cuando entré al salón ella captó toda mi atención. Y cómo no iba a hacerlo. Desde la ventana, (esto no es ficción) una luz caía sobre ella. Parecía un ángel. Estaba con un vestido turquesa, sandalias blancas, el pelo suelto. Sus ojos miel. Aún recuerdo cada detalle.

Me había enamorado de ella, pero como era tímido tenía miedo de acercarme y hacer o decir alguna tontería. Me hubiera gustado ser un poco más valiente. Quizás las cosas hubieran terminado de forma diferente Pero bueno ya de nada vale lamentarse. Lo hecho hecho está, ¿no?

Jason tampoco se le acercó. No te digo que ambos éramos muy parecidos. Éramos igual de cobardes, se podría decir. Quien dio el primer paso fue ella. Un día se acercó a nosotros y nos saludó. Estaba buscando la ayuda de Jason para que le explicara una tarea que nos habían asignado. Jason se veía muy emocionado explicando. Era tan raro verlo actuar así. Fue ahí donde intuí que también sentía algo por Sara. Yo sentí celos. También quería la atención de Sara.

En mi mente había elaborado numerosos planes para acercarme a ella. Todos ellos terminaban con nosotros siendo enamorados. Era bastante optimista con esas cosas, debo de confesarlo, pero demasiado cobarde como para actuar.

En una ocasión, ella se había olvidado el monedero en su asiento. Yo me percaté de esto y fui corriendo a tomarlo. Le dije a Jason que tenía algo que hacer y salí disparado en la búsqueda de Sara. Estaba nervioso y contento a la vez. Al final, no la pude encontrar y le pregunté a una de sus amigas si la había visto y ella me preguntó por qué la buscaba. Yo le conté lo que había sucedido (grave error). Ella me dijo que se lo diera y ella se lo entregaría personalmente.

Con el tiempo, Sara me fue hablando cada vez más. Eso sería un motivo de alegría, pero no lo era, porque el único motivo por el cual me hablaba era porque buscaba a Jason y ambos siempre estábamos juntos, excepto cuando me dejaba para explicarle algunas cosas a Sara. Jason no me lo dijo, pero yo sé que él le hacía algunas tareas.

Mi amistad con Jason dejó de ser como la de antes. Dejamos de hablar con frecuencia. Ya no nos juntábamos en su casa, ahora ella era quien lo visitaba. Poco a poco, sentí como me cambiaba por Sara. Y eso que ellos no eran novios, ni nada. Incluso recuerdo que Sara tuvo dos enamorados en el tiempo que la conocí.

Alejarme de Jason me ayudó a salir de mi zona de confort. Me obligo a relacionarme con más personas, a hacer nuevos «amigos». Incluso, conseguí a Verónica, mi primera enamorada. Ella era una de las mejores amigas de Sara. Salí con Vero un par de veces hasta que ella solita se me declaró, y si bien aún seguía enamorado de Sara sabía que aquello no tenía futuro. Así que decidí darme una oportunidad con esta chica. La relación con ella no duró mucho tiempo. Verónica me confesó que sabía lo que yo sentía por Sara. No tuve más opción que admitirlo. Ella enloqueció y terminó la relación.

Cuando decidí resignarme al amor, Sara reapareció en mi vida. No sé qué bicho le habría picado, pero se acercó más a mí. Debo confesar que me ponía muy feliz al estar junto a Sara. Poco a poco, nos fuimos volviendo más amigos. Conversábamos, paseábamos por el campus, contábamos chistes. Más de una vez, me percaté que mientras hablaba con ella, Jason nos miraba desde lo lejos. Nunca lo dijo, pero creo que en esos momentos sentía las ganas de estrangularme. Aunque nunca se mostró molesto, todo lo contrario, parecía actuar como si nada hubiera pasado.

Después de varios meses, Jason me invitó a su casa. Hasta ese entonces, yo había evitado conversar con Jason sobre temas amorosos. Sabía que hablaría de Sara. Pero ese día no me dio tiempo de reaccionar y me lo confesó de golpe. En ese momento, me resigné y decidí apoyarlo. Él me pedía consejos para enamorarla. Pese a que aún sentía cosas por Sara, le compartí mis conocimientos amorosos, adquiridos en películas y libros.

En una ocasión, habíamos estado bebiendo en su habitación. Ambos estábamos borrachos. Fue así como admití lo que realmente pensaba. “Te están utilizando. Sara no te ama. Solo te busca para aprobar el curso”. Jason comenzó a llorar. Intenté matizar mis palabras, pero Jason me pidió que me callará. Él me dijo que ya sabía que Sara no lo veía como un interés amoroso. Yo le supliqué que la olvidara. Él prometió hacerlo, pero la verdad es que nunca lo hizo. Me sentí mal por Jason y empecé a ver a Sara con otros ojos. Con unos ojos llenos de rencor.

Intenté olvidar a Sara. Cada vez que me proponía salir, me inventaba alguna excusa tonta. A veces simplemente me escondía de ella. Empezaba a sentir que todo volvía a ser como antes. Todo ese orden se quebró el día que Sara nos dio la noticia de que se cambiaría de universidad para estudiar Psicología. La noticia nos dejó helados. En ese momento, sentí miedo de no ver nunca más a Sara. Supongo que Jason se habrá sentido del mismo modo. El resentimiento que tenía en contra de Sara desapareció.

Jason le organizó una fiesta en su casa. A mí no me gustaban las fiestas, pero por ser la despedida de Sara acudí. Toda la noche me la pasé sentado junto a Jason bebiendo y viendo a Sara bailar. Así llegó la hora de la despedida. Sara nos dijo que se iba a su casa porque ya era tarde. Jason la abrazó y comenzó a llorar en silencio. Sara se dio cuenta y lo abrazó con más fuerza como intentando consolarlo. Yo sentí celos en ese momento. Lo que pasó después parecía un sueño.

Al despedirse de mí, Sara puso sus manos en mis mejillas y me besó. Yo en ese momento pensé que Jason nos estaría mirando. Me estaría odiando. Estaría llorando. Me quisiera golpear. Luego, nada de eso me importó. Cogí a Sara de la cintura y le devolví el beso. Luego de eso, tomé la mano de Sara y salimos de la casa de Jason. Parecía como si estuviéramos corriendo de la presencia de mi amigo. En realidad, era yo quién huía de él.

¿Qué pasó después? Bueno, Sara y yo fuimos enamorados por dos meses. Terminamos por tonterías. Que te puedo decir, a veces, las cosas son mejores en el mundo de los sueños. Y respecto a Jason, nunca más lo vi. Parecía como si se lo hubiera tragado la tierra. Él no se comunicó conmigo, yo tampoco lo intenté. Todos estos años temí lo que me pudiera decir… Hace poco, escuché que se iba a casar. Quizá sea un buen tiempo para ir a visitarlo.

Gabriel Omar
Gabriel Omar

Intento de escritor.

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